
Día 10: Un bonito cuento de Navidad
Día 10: Hoy toca relajarse. Así que aquí tenemos una bonita historia de Navidad basada en un cuento de León Tolstoi (Donde hay amor, hay Dios)
Martín el zapatero
Había una vez un pobre zapatero llamado Martín que vivía en un sótano. A través de la pequeña ventana del sótano podía ver a la gente que pasaba por la calle. Sólo podía ver sus pies, pero reconocía a todos por sus zapatos. Casi todos esos zapatos los había tenido en sus manos una o dos veces.
Desde hacía muchos años, Martin trabajaba en el sótano, que era a la vez su taller y su casa. De la mañana a la noche cortaba cuero, clavaba suelas nuevas en los zapatos o cosía un parche en una costura rota. A la gente le gustaba acudir a Martin porque hacía bien su trabajo y no cobraba demasiado por él.
Cuando llegaba el Adviento y oscurecía fuera, Martin encendía la lámpara y leía en su libro favorito. Era la Biblia con las muchas historias de Jesús. Durante todo el día esperaba con ansias este libro. Apenas podía esperar a que llegara la noche.
Un día Martín oyó que alguien le llamaba por su nombre. "Martín", sonó de repente suavemente contra su oído. Miró a su alrededor. Pero no había nadie en su taller. Pero justo después volvió a oír la voz: "¡Martín! ¡Sal a la calle mañana! Quiero ir a verte". Martín pensó que había estado soñando. ¿Era Jesús quien le hablaba desde el silencio?
A la mañana siguiente, frente a su ventana, Martín vio un par de viejas botas de soldado remendadas, y pronto reconoció al hombre que las llevaba puestas.
Era el viejo Esteban. Estaba quitando la nieve de la calle. El trabajo le agotaba mucho. Tenía que parar una y otra vez para descansar. Martin se apiadó del pobre hombre y lo llamó para que entrara.
"¡Entra, Esteban! Caliéntate en mi salón". Agradecido, Esteban aceptó la invitación. Apenas se atrevió a entrar en el salón con la nieve en las botas. Pero Martín le habló amablemente: "¡Siéntate a la mesa conmigo, Esteban! Te serviré un vaso de té. El té caliente te sentará bien".
Cuando Stephan se fue, Martin volvió a mirar por la ventana mientras trabajaba. Allí vio a una joven madre con un niño pequeño en brazos. La mujer estaba helada con su fino vestido. Intentaba proteger a su hijo del frío viento. "¡Entra, mujer!", le dijo Martin. "Aquí podrá cambiar mejor a su hijo".
Martin cogió la sopa que había cocinado para él y se la dio a la mujer. "Toma, come algo", le dijo, pues se daba cuenta de que la mujer tenía hambre. Mientras la madre comía la sopa, Martín tomó al niño en su regazo y trató de hacerlo reír con toda clase de bromas. Luego se lo devolvió a la madre.
Apenas la madre se fue con el niño, Martin oyó un grito fuera de su ventana. Una mujer del mercado estaba golpeando a un niño que había robado una manzana de su cesta. "¡Espera, ladrón! Te llevaré a la policía", gritó enfadada y arrastró al niño por el pelo. Inmediatamente Martín salió corriendo a la calle. "Déjalo ir", le dijo a la mujer. "Seguro que no lo volverá a hacer. Te pagaré la manzana". Entonces la mujer se calmó y el niño tuvo que pedirle disculpas por haber robado la manzana. "Está bien", dijo la mujer del mercado y siguió su camino. Pero el niño se ofreció a ayudarla a llevar la pesada cesta de manzanas.
Por la noche, Martín estaba leyendo de nuevo su libro favorito de la Biblia. Entonces oyó la voz al oído: "Martín, he estado contigo. ¿Me has reconocido?" "¿Cuándo? ¿Dónde?", preguntó Martín asombrado. "Mira a tu alrededor una vez", dijo la voz. Entonces Martín vio de repente al viejo Esteban de pie a la luz de la lámpara y junto a él a la joven madre con su hijo. También vio al niño con la manzana y a la mujer del mercado con la cesta en el brazo. "¿Me reconoces ahora?", susurró la voz. Luego todos desaparecieron a la vez.
Fue entonces cuando Martín se alegró. Volvió a abrir su Biblia y leyó lo que había dicho Jesús: "Todo lo que hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis." (Mat. 25)
bonita historia de Navidad